Relato Erótico 15

EL HOMBRE DE AYER

Me levanté con un poco de resaca después de la fiesta de ayer. Sinceramente hacía mucho que no me lo pasaba tan bien. Fui con unas amigas al pub de moda que está en el centro, gente guapa y muy elegante y, por supuesto, no íbamos a ser menos.

Me puse un vestido rojo con un gran escote y la espalda completamente al aire, un minúsculo tanga y sin sujetador, las horas de gimnasio me ayudan mucho a tener el pecho firme, y unos tacones negros con una tira por el empeine que termina en una pulsera en el tobillo. Me observé en el espejo y me encontré muy sexy. Me recogí el pelo en un moño alto, dejando mi nuca y toda mi espalda al aire.

En el pub, entre cóctel y cóctel, observé a un hombre que más que mirarme me examinaba. Al principio me sentí un poco cohibida pero el efecto del alcohol hizo que me lanzara a flirtear un poco con él. Ninguno de los dos nos movimos de nuestros sitios pero las miradas, los ojos y la mímica decían más que la proximidad.

En un momento aparté la vista de él para buscar mi móvil en el bolso y cuando levanté de nuevo la cabeza, el misterioso hombre había desaparecido. Comencé a buscarle entre toda la gente pero no hubo suerte. De repente, alguien se acerco a mí y me dijo al oído:

– Me encantaría comerte entera aquí y ahora.

Rápidamente me di la vuelta y se había ido.

Esa simple frase dicha por una voz grave y masculina hizo que me estremeciera e incluso hizo que me excitara hasta el punto de notarme mojada.

Recordando al misterioso hombre me fui a la cocina a hacerme un café para despejarme y que se me pasara la resaca. Cogí mi taza, me fui hacia la terraza y me senté en mi tumbona favorita. Desde allí podía ver toda la calle principal de mi ciudad pero pocos podían verme a mí, solo los vecinos de los pisos altos del edificio de enfrente.

No me podía quitar de la cabeza el susurro de la noche anterior. Su voz, la calidez de su respiración, su olor.

Cerré los ojos para hacer más fuerte el recuerdo. Solo su recuerdo hizo que empezara a excitarme.

Posé mi mano sobre mi vientre y empecé a acariciarme como si mi mano fuera la suya. Siempre con su voz en mi cabeza. Seguí bajando hasta llegar al elástico de mi tanga. Lo levante con un dedo y toque la suavemente la delgada línea de vello que tengo. Después introduje toda la mano.

Con mi dedo corazón llegue a notar mi clítoris que estaba caliente y muy prominente. Estaba muy excitada. Volví a recordar su frase: – Me encantaría comerte entera aquí y ahora-. Eso hizo que me arqueara en la tumbona y metiera mi dedo en mi vagina. Grité: – ¡Aah!

Continué masturbándome, pensando y deseando al hombre de anoche. Metía mi dedo y lo volvía a sacar. Jugaba con mi vagina. Me acariciaba el clítoris. Metí dos dedos. Tres dedos. Notaba que mi interior ardiendo. Pensaba que lo tenía a él dentro y me penetraba. Con la otra mano empecé a acariciar mi clítoris de nuevo. La mano izquierda la tenia empapada de mis jugos vaginales y la derecha daba vueltas a mi clítoris. Estaba a punto de correrme. Gritaba en alto: – ¡Fóllame, fóllame más fuerte!

Seguí masturbándome. Fuerte, cada vez más fuerte hasta que llegue a un orgasmo inmenso. Fue tan intenso que me quede agotada pero estaba tan caliente y excitada que seguí hasta conseguir un segundo y un tercer orgasmo en menos de dos minutos. El último fue el que me dejó agotada. Estaba sudorosa, con la respiración entre cortada pero muy relajada.

Al abrir los ojos, cogí mi taza de café, que por supuesto ya estaba frio y le di un buen sorbo. Al incorporarme de la tumbona miré al edificio de enfrente y vi a alguien en una ventana.

Vi a un hombre asomado y con una sonrisa pícara dibujada en su cara.

Era él. El hombre de ayer.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *