Relato Erótico 16

EN EL PROBADOR

Desde hacía más de medio siglo no se registraba en Europa central una ola de frío tan intensa y en Cracovia estaba siendo especialmente dura con unas temperaturas de unos 30 grados bajo cero aunque esto a Lilka no le impedía andar por su loft, con una potente calefacción y chimenea, en calcetines, braguitas negras y una camiseta blanca de manga corta que le llegaba justo por debajo del ombligo.

Después de estar varias horas delante del ordenador decidió tomarse un descanso. Se fue directa a la cocina y se preparó un chocolate caliente. Camino de vuelta al escritorio se paró en la ventana llena de condensación producida por el frío exterior y el calor de la casa. Limpió con la mano la ventana para poder echar un vistazo al exterior. Pasó su mano por el muslo izquierdo para secársela y sintió un escalofrío que la estremeció e hizo que se apreciaran claramente sus pezones por debajo de la camiseta. Observó sus pechos y soltó una sonrisilla. Al volver a mirar por la ventana lo único que podía ver era un manto blanco de más de un metro de espesor. La calle estaba completamente desierta.

Tomó un trago del chocolate caliente mientras miraba los correos que le habían llegado y descubrió uno que le llamó poderosamente la atención. Era un correo de un chico con el que había tenido una tórrida aventura hacía casi 10 años.

«Hola Lilka, ¿Qué tal te va la vida?
La verdad, no sé si estoy perdiendo el tiempo porque puede que ni te acuerdes de mí. Soy Jedrek.»

– ¿Cómo ve voy a olvidar de ti? pensaba Lilka.

«Estaba haciendo limpieza de mis emails, encontré el tuyo, que creía que lo había perdido, y me dije, voy a enviarle un correo a ver si hay suerte y me responde. Sinceramente creo que es lo único que he perdido de ti, tu email, porque siempre has estado en mi mente. Haciendo cuentas ahora mismo creo que hace casi 10 años que estuvimos juntos. ¡Qué barbaridad! cómo pasa el tiempo. Yo ahora mismo tengo 32 y tú si mal no recuerdo debes de tener 30 ó 31, ¿verdad?
¿Qué te puedo contar de mi vida? Pues para no aburrirte, te hago un resumen. Trabajo como contable, vivo en Varsovia y estoy soltero. Básicamente esa es mi vida.
Te puedo decir que desde que estuve contigo no he encontrado otra mujer como tú, comparo al resto contigo y es cuando la relación acaba por hundirse. He tenido varias parejas magníficas pero no eran tú. Si te tengo que ser sincero, el sexo contigo era espectacular.»

– La verdad es algo que no puedo negar.- Afirmó en alto Lilka.

«Me acuerdo especialmente de la vez que tuvimos sexo en el probador…»

En ese momento Lilka comenzó a recordar la ocasión que Jedrek mencionaba en su email. El simple hecho de recordarlo hacía que empezara a excitarse. Recordaba, pasándose la taza de chocolate caliente por sus muslos, como Jedrek los acariciaba con sus manos cuando se estaba probando unos pantalones vaqueros. En el probador ella le dijo en voz baja:

– Jedrek, estate quieto que la dependienta nos va a ver.- Le dijo con una sonrisa.

Cuando Lilka intentaba subirse los pantalones, él tiraba de ellos hacia abajo hasta dejarlos por los tobillos. Ella le miraba como pensando «eres un poco travieso» y le besó cogiéndole por detrás de la cabeza y trayéndolo a hacia ella. Eso a Jedrek, le excitaba.

Rememorando esa escena, Lilka siguió aprovechando el calor de la taza pasándosela por el estomago y con la otra mano se acariciaba su formado cuerpo hasta llegar al pecho.

Él se acercó con cuidado al oído de ella y le dijo:

– Quiero que hagas un striptease ahora mismo.- Ella lo miró y asintió con una mirada lasciva.

Aprovechando el hilo musical de la tienda, Lilka empezaba a contonearse sensualmente mientras terminaba de quitarse los pantalones y quedarse solo con la camiseta de tirantes rosa que llevaba, el tanga rojo con transparencia y los zapatos de tacón negro.

Lilka se encontraba a si misma muy sexy en ese recuerdo y eso le hacía excitarse más. Continuó tocándose el pecho y pellizcándose los pezones como Jedrek lo hacía. Se tocaba, se acariciaba y se excitaba más y más. Se pasaba la taza por la cara pensando en Jedrek. Posó la taza en el escritorio y se quito la camiseta para tener más acceso a su cuerpo. Volvió a coger la taza, mojó el dedo índice en el chocolate y se lo llevó a la boca. Recordaba el sexo oral que había tenido con Jedrek mientras chupaba su dedo con ansia y pasaba la lengua por la punta de su índice hasta limpiarlo por completo de chocolate.

Con el torso ya desnudo se pasaba la mano por los pechos, por el cuello y se tocaba la boca. Volvió a bajar una mano por su cuerpo mientras con la otra seguía sujetando la taza, la inclinó sobre sus pechos y dejó caer unas gotas sobre ello. El calor del chocolate le dio tanto placer que soltó un gemido de placer. Mientras bajaba la mano por su cuerpo hasta llegar a las braguitas con la otra levantó un pecho y lamió el chocolate de sus pezones. Se sentía muy mojada.

Metió la mano en las braguitas y comenzó a tocarse. Siguió recordando como Jedrek la tocaba en el probador mientras ella hacia el striptease. Comenzó por acariciarse los labios con dos dedos. Dejó la taza en la mesa y se agarro fuerte un pecho y se esparció el chocolate por él. Seguía jugando con sus labios cada vez más hinchados y calientes por la excitación. Deslizó un dedo hacia dentro de su vagina y comprobó que estaba más mojada de lo que creía. Empezó a jugar con su clítoris. Continuaba embadurnándose con el chocolate del pecho.

Muy excitada se bajo las braguitas hasta las rodillas. Se imaginaba a Jedrek en el probador de rodillas lamiéndole los labios y el clítoris. Se movía en la silla. Se tocaba. Se encorvaba del placer que se estaba dando recordando a Jedrek. Estaba caliente, excitada, mojada. Se mordía el labio inferior. Continuaba jugando, tocándose y cada vez más rápido. Gemía, jadeaba y nombraba Jedrek en alto. Notaba que estaba sudando, el calor del chocolate y de la fuerte calefacción hacía que su piel brillara. Tenía los pechos completamente llenos de chocolate, se pasaba los dedos y se lamía los pezones mientras seguía tocándose. Introdujo el dedo corazón dentro de ella y con el pulgar se seguía dándose placer en el clítoris. Lo metía y lo sacaba, lo metía y lo sacaba. Era Jedrek penetrándola en el probador. Ella contra la pared con las piernas alrededor de su cintura y él empujando y penetrándola.

Gritaba, gemía, se tocaba. Cada vez más rápido y más rápido se penetraba ella con su dedo. Se decía ella misma: – Oh, sí, sigue Jedrek, sigue.

Llegó al orgasmo. Uno de los mejores orgasmos que había tenido. Estaba exhausta, sudorosa y mojada. Se levantó de la silla con las piernas temblorosas y se fue hacia la cocina. Se lavó las manos, se refrescó la cara y la nuca y se apoyo con las manos en la encimera intentando recobrar el aliento. Giro la cabeza hacia la derecha y vio su móvil.

– ¿Jedrek?
– Sí, ¿quién es?
– Hola, soy Lilka.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *