20:02 PM. Exactamente una hora y media hacía que había dejado de escuchar tu voz. El mismo tiempo que llevaba escuchando esa canción que me hacía revolverme sintiéndome extraña. ¿Cómo puede ser que me haga tan feliz pensar que te tengo y tan desgraciada el abrir los ojos a la realidad? No me entiendo…
20:04 PM. No lo esperaba, pero una llamada completamente oportuna hizo resquebrajarse en mil pedazos el mundo en el que llevaba absorta hora y treinta y cuatro minutos. Una voz conocida, de esas que al escucharlas reconforta me regalaba un plan maravilloso. De los que siempre sueño contigo. No era habitual pero esta vez, dije que sí. No sé por qué pero acepté. Como un perfecto caballero pasó a recogerme justo a la hora en la que dijo que lo haría. Esta vez yo le contemplaba con ternura, no era yo, no podía ser yo.
Cenamos. Entre risas, anécdotas y recuerdos, declaraciones inesperadas y propuestas sugerentes, mi cuerpo estaba empezando a dejar de ser mío. Ya hacía demasiado que había dejado de mirar el reloj. Ahora que lo pienso, desde que sonó mi teléfono ni lo había buscado…
Decidimos salir a pasear. La noche era perfecta para ello. Ni siquiera sé el motivo. Puede que fuese la nostalgia o la necesidad de sentirme deseada. O tal vez, observar a las parejas caminar agarradas de la mano regalándose caricias y susurros escondidos. Manos furtivas entrelazadas entre sí… Sentí un roce, algo insignificante cualquier otra vez y sin embargo esta era distinta.
Ya no recuerdo mucho más, en un segundo estábamos comiéndonos a besos. Caricias cargadas de pasión al doblar la esquina, en aquel rincón. Todo era pasión sin importar nada más. Daba igual si alguien nos veía. Estábamos ausentes, perdidos en la oscuridad de la noche y el leve resplandor de la luna. Solo el deseo latente en cada poro de mi piel. Sintiendo su necesidad de tenerme, de estar dentro de mi. Mi deseo de tenerle allí, llenarme de él. Su boca buscando la mía de una manera imposible entre sus embestidas y mis jadeos. Sus labios recorriendo mi cuello mientras sus manos se deslizaban ansiosos entre mi ropa, desabrochando mi pantalón sin dejar de gemir. Mientras las mías buscando lo mismo. Volviéndome loca al sentirle excitado, tanto o más que yo…
No sé cuanto tiempo pasó. No existía nada más. Él y yo con movimientos acompasados siendo uno. Miradas excitantes mientras nos desbordaba el placer y su boca pegada a la mía. Mordiéndonos los labios, acallando los gritos. Puede que nos quedásemos así, fundidos el uno al otro varios minutos, justo antes de volver a la realidad. Justo antes de que él retirase mi pelo de la cara. Justo antes de ese beso dulce, con esa sonrisa tierna y pícara que hasta anoche no conocía. Justo antes de plantearnos volver al coche. Volver a casa. Justo antes de volver…
6:40 AM. Voy a darme una ducha. Acabo de llegar y aún siento como me estremezco al recordarlo… tanto que quiero más. Mis manos se deslizan entre mis piernas… No puedo dejar de pensar en lo que acaba de suceder. No puedo dejar de pensar en él… En sus manos, su boca, sus gemidos… vuelve a hacer demasiado calor…
Es increíble cómo puede cambiar tu vida un “sí”. Mientras enciendo la tele. No sé si hoy, podré dormir…
Deja una respuesta