Era una noche de septiembre…
La luna caía sobre mis hombros. Llené de sueños mi cartera antes del encuentro. Siento a pleno su perfume al que todavía no conozco. Algo raro sucede en mi. Deseos sin límites giran en mi mente.
Camino mirando la punta de mis zapatos
Imagino mis pies descalzos encima de los tuyos…imagino la humedad de toda tu piel, de todos sus pliegues, la humedad entre mis piernas.
Abro la puerta…
Te veo apoyado en la pared…tus manos detrás de la cintura y una mirada repleta de brillos celestiales. Parecías morder mis ojos con los tuyos.
Siento el primer beso en la frente, de amor fraterno casi protector…
Voy dejando la vergüenza de mujer encima de las sábanas y me convierto en mujer-amante, en mujer amada.
Desabrochas mi camisa…
yo, la tuya…
Ni un centímetro nos separa en ese cuarto que elegimos para amarnos…
El sudor de los cuerpos se pega en los cristales de la ventana
donde las estrellas piden permiso para observar este milagro.
Corazones que palpitan a un ritmo increíble…
se confunden los latidos con el roce de nuestro sexo…
Me abro suavemente como pétalo herido…
y te hundes en mi…
y me sumerjo en vos…
y me ahogo…
y somos uno…
Y no existo aquí…
Y estoy en vos, adentro
Y vos dentro de mí
Y el adentro se repleta.
Voy evadiéndome lentamente hacia tu mundo…
donde sólo vos podes llevarme.
Beso tus declives y colinas…
El corpiño de jazmines y magnolias duerme sobre la alfombra…
De a poco descubres mis rincones.
Estallo en mil gemidos.
Tu lengua dibuja un sendero de brasas por mi espalda…
Y por esos rincones que dejo que huelas y que te aromes.
Es difícil desenlazarnos…
El reloj da la una…
Ha llegado el final
La noche se acrecienta…
Y nos vamos los dos…
Hemos nacido…
María Manetti
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