Aunque no es nueva, la técnica Karezza va ganando cada vez más adeptos en todo el mundo. La obstetra y ginecóloga estadounidense Alice Bunker Stockham (Chicago, 1833-1912) fue quien acuñó el término en 1896 y escribió uno de las primeras obras sobre esta técnica, analizando las prácticas espirituales y sexuales no religiosas y basadas en técnicas tántricas de control del cuerpo. Bunker Stockham, una de las primeras mujeres médicos de Estados Unidos, intentó con su labor promover la igualdad de género, el control de la natalidad y la satisfacción sexual masculina y femenina para lograr matrimonios exitosos.
El objetivo de la técnica amatoria Karezza es prolongar al máximo la relación sexual pero sin llegar a alcanzar nunca el orgasmo, disfrutando de otras sensaciones que van más allá del clímax. Karezza proviene del italiano “carezza” (caricia), lo que nos da una idea de en qué se basa esta forma de mantener relaciones sexuales.
Practicar la técnica Karezza requiere grandes dosis de pasión y erotismo y sobre todo, de sensualidad. Para controlar el orgasmo, tanto en hombres como en mujeres, es necesario manejar algunas técnicas físicas y establecer un fuerte vínculo emocional y espiritual con la pareja.
Cómo Se Practica
En la técnica Karezza, el único límite es la imaginación de los amantes. El objetivo, mantener los cuerpos de ambos en la fase denominada “de meseta” que precede al orgasmo, para disfrutar cuanto más tiempo, mejor. Siempre con una enorme suavidad y compenetración de la pareja, se puede improvisar sin seguir ningún guion establecido, practicar rozamientos, sexo oral, caricias, azotes suaves, besos, mordiscos… Un aspecto esencial, eso sí, es la respiración, ya que será la que nos permita controlar la excitación para inhibir el orgasmo. Si el nivel de excitación sube demasiado, la pareja deberá “enfriarse” con tocamientos más suaves, y reanudar el juego cuando deseen.
Los expertos recomiendan establecer contacto visual, sincronizar la respiración, sonreír al otro y mantener un permanente contacto físico basado en las caricias, los abrazos y la estimulación de las zonas sensibles. Se trata en todo momento de sentir al otro.
Junto al tacto, también es muy importante el oído: debes susurrar a tu pareja (sin llegar a hablar) y emitir sonidos de placer o satisfacción que le indiquen si va por el buen camino en su estimulación. Los latidos del corazón de tu pareja también te indicarán el ritmo de su excitación. Coloca la cabeza en su pecho y siente cómo late.
Puedes aprovechar el momento para masajear todas las zonas del cuerpo –utilizando aceites aromáticos y cremas-, relajando todas las tensiones para entrar en un clima de sosiego y desconexión. Una música ambiente de fondo os puede ayudar en esta relajación.
Nuevas Experiencias Para Viejas Parejas
Dado que esta técnica no requiere un gran esfuerzo físico ni elasticidad o movimientos bruscos, resulta ideal para las parejas que llevan ya muchos años de convivencia y desean renovar su pasión sin la presión del coito.
Se trata de una práctica que satisface por igual a hombres y mujeres. Para los hombres con problemas de disfunción eréctil resulta incluso de gran ayuda como parte de un tratamiento global. Al liberarse de la tensión del propio orgasmo, ambos miembros de la pareja pueden ser más conscientes de las necesidades del otro para darle un mayor placer. La pareja gana en unión y conexión emocional, fortaleciendo o reavivando el amor que sienten el uno por el otro.
Aunque Karezza puede practicarse con desconocidos o parejas casuales, es más difícil establecer esta conexión emocional con un compañero ocasional. Además, en una relación recién iniciada puede resultar muy difícil controlar el deseo intenso sin llegar a la penetración ni el orgasmo.
Cuestión De Hormonas
Al practicar Karezza, los amantes liberan una gran cantidad de oxitocina, la hormona del amor que crea el vínculo emocional entre las personas. Sin embargo, tras un orgasmo, los niveles de oxitocina caen significativamente (en los hombres, inmediatamente después de la eyaculación). Cuando dos personas se conocen e inician una relación, aumentan en su cuerpo los niveles de cortisol (la hormona del estrés y la actividad física) y de dopamina (la hormona del placer), mientras que caen alarmantemente los niveles de serotonina. Es lo que vulgarmente se conoce como “ceguera de amor”, que nos impide ver los defectos de nuestra pareja y nos mantiene pensando en el otro en muchos momentos del día. Cuando todos estos niveles vuelven a la normalidad y la atracción física deja de ser tan fuerte, al cabo de dos o tres años, es el momento de reforzar el vínculo emocional con la hormona oxitocina.
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