EL VIBRADOR, UN CUENTO MUY ANTIGUO

antiques_vibra_d7cca67f52a5958245e2dc1acf9312f6Cuenta la leyenda, que la mujer… desde tiempos inmemoriales utilizaba juguetes sexuales. Ya en la prehistoria, fabricaban sus propios consoladores a base de piedra, y prueba de ello, son fósiles con formas fálicas encontrados en importantes yacimientos arqueológicos.

Más tarde, las griegas, aprendieron también a jugar consigo mismas y con un artilugio llamado “Olisbos”, que es lo más parecido a un dildo actual, con una forma totalmente realística, pero fabricado en madera (También existen piezas documentadas).

Las bolas chinas, en Japón, fueron uno de los primeros objetos vibradores que se introdujeron en la vagina de una mujer. Dos bolas esféricas huecas, con otras dos en el interior, que vibraban con el movimiento.

Sin embargo, la verdadera historia del vibrador tal y como lo conocemos hoy en día, comenzó en el siglo XIX. Por aquellos entonces la represión sexual era tal, que las mujeres sufrieron lo que se conoció como una “Epidemia de Histeria Femenina”. La histeria femenina era considerada una enfermedad en aquella época, causada por el deseo sexual femenino reprimido. Sus síntomas, según médicos de la época, iba desde los desfallecimientos, pasando por el insomnio, espasmos musculares, irritabilidad, respiración alterada, falta de apetito y conflictividad personal.

Todos sabemos cómo debería tratarse el deseo sexual insatisfecho: satisfaciéndolos con otra persona o con uno mismo. Sin embargo, en aquella época la masturbación era muy mal vista, casi como algo diabólico. Por eso, sólo podía ser tratada con técnicas utilizadas por médicos o por los propios maridos. Para tratar estos síntomas tan molestos, y a la vez tan extendidos en la sociedad, los médicos idearon diferentes técnicas. Las primeras en utilizarse fueron las manuales. Ellos mismo, estimulaban a las mujeres histéricas en sus consultas hasta que ellas alcanzaban el orgasmo. Claro… era un trabajo físico, sobre todo dependiendo de la pericia del doctor… Por eso, ellos fueron los que más se preocuparon por encontrar un aparato que supliera estas funciones. En ese contexto se comenzaron a inventar numerosos artilugios que funcionaban a vapor. Complejas sillas donde las mujeres se sentaban sobre un apéndice fálico y eran estimuladas hasta llegar al orgasmo. Sin embargo, estos inventos, utilizados en consultas, no eran prácticos para que las mujeres trataran su “enfermedad en casa”.

Entre todo esto, se popularizaron muchos tratamientos. Por ejemplo, los balnearios popularizaron sus tratamientos contra la histeria. Muchos se hicieron con los artilugios creados hasta el momento, y los ofrecían a sus clientas. Otros, aplicaban chorros de agua a presión (a la presión indicada) sobre los genitales femeninos, hasta que la mujer alcanzaba el orgasmo incluso en tan solo 4 o 5 minutos. Sin embargo, ni los artilugios citados, ni el acceso a los balnearios, estaban al alcance de todas las mujeres de la época.

De esa manera, y con el desarrollo de la electricidad, se comenzó a investigar en la creación de consoladores eléctricos con vibración, de un tamaño pequeño para uso doméstico, y que pudieran venderse a un precio asequible. Fue el doctor Joseph Mortimer Granville el que consiguió inventar el primer vibrador con baterías eléctricas, allá por el año 1880. Comenzó a utilizarlo en la consulta como herramienta terapéutica, y comprobando su eficacia y su usabilidad, comenzó a popularizarlo como aparato eléctrico doméstico con fines terapéuticos.

La empresa Weiss fue una de las primeras que se lanzó a fabricarlos a gran escala, consiguiendo vibraciones de entre 1.000 y 7.000 vibraciones por minuto. La popularidad que adquirieron hizo que se vendieran de forma desproporcionada y surgieron anuncios en revistas y prensa e incluso se incluyeron en catálogos de venta femenina. Se valoró mucho este aparato, que servía para solucionar un “problema médico” que había supuesto un “problema social”.

Como dato curioso, hay que decir que el vibrador fue el sexto electrodoméstico que llegó a los hogares, justo después de máquina de coser, y mucho antes que otros como la plancha. Llegó a haber un momento en que en EEUU había más vibradores por hogar que tostadoras.

¿Qué ocurrió después para que empezaran a ser vistos como algo “sucio”? Pues hubo varias razones: por un lado, en 1.952 se descatalogó la “histeria” como enfermedad. Y por tanto, el uso de los vibradores se definió como una mera autoexcitación “lujuriosa”. Además, en 1.920 aparecieron las primeras películas pornográficas, en las que aparecía el vibrador a menudo, como elemento de excitación. Todo eso, y una sociedad en la que aún el sexo era un tabú, demonizó el uso de los vibradores.

Hoy en día, el vibrador está socialmente aceptado, y su uso completamente extendido. Aunque aún existen muchos tabúes para hablar sobre el tema. Queda mucho camino por recorrer… aunque mientras, tú puedes seguir disfrutando del electrodoméstico del placer.

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