Relato Erótico 23

Amor de invierno

Se veía tan bella bajo la nieve. Su falda le llegaba apenas un poco más arriba que las rodillas y el viento jugaba con las ondas del mismo. Yo, como era más alto, podría ver su escote; sus pequeños senos que me invitaban a zambullirme en ellos. Cuando tocaba su piel por debajo de la falda todo el frío que sentíamos desaparecía.

Esos besos tan tiernos me recordaban cuanto la amó. La amaba, no sólo porque me parecía la mujer más bella con su pelo castaño y su cara cubierta por pecas. Sino porque me enternecía hasta cuando estaba sedienta de lujuria. Era mía y eso me hacía feliz, pero no tan feliz como me hacía saber que yo era de ella.

Poco tiempo atrás nos habíamos ido a vivir juntos. Siempre disfrute de los pequeños detalles. De noches abrazados, dormir juntos, ducharnos juntos, comer y reírnos. Odiaba perder tiempo en el trabajo, sólo quería verla nuevamente y sorprenderla con una carta, un dibujo, lo que fuera que la haga feliz. ¡Amó verla reír!

Pero no podía escapara de la banalidad y de los deseos sexuales y también observaba cada detalle. Como se marcaba su vagina en la ropa interior mientras dormía, como se marcaba mientras caminaba, como se desvestía y como sus pezones rozaban mi pecho.

Me gustaba verla, me excitaba, me excitaba tanto como hacíamos el amor. Porque lo nuestro no era sexo, no, era amor.

Aquel día de nieve, estábamos en un parque de diversiones tomando chocolate caliente, los besos sabían más ricos que de costumbre. Su bufanda ondeaba y yo podía verle el escote sólo porque se quito su chaqueta. Llevaba medias largas, pero eso no me impida desnudarla un poco por debajo de la falda.

Se avergonzaba de la gente que nos veía, yo también. Pero el amor era más insistente que mi razonamiento.

Llegamos a la casa y nos sentamos a ver una película, comenzó a jugar poniendo su cabeza entre mis piernas. Una erección inminente surgió. Se quitó las pantys, y luego su camisa. Me desvistió un poco y comenzamos a besarnos.

Aunque estaba nervioso, siempre estaba nervioso cuando lo hacíamos, logré quitarle el sostén. Estaba fascinado. ¡Era tan bella! Lentamente tomo mi miembro en sus manos y lo lamió despacio, yo acariciaba sus pechos. Los cuales luego chupe cono un bebe, no…como una bestia en celo.

Le levante la falda y la manoseé salvajemente, luego ella dejo caer su prenda al suelo. Yo me desnude completamente y me masturbe por unos instantes.

Le baje lentamente su bombacha, y lamí su hermosa vagina, apenas la rozaba con mi lengua, pero luego cada vez la metía más adentro y luego mis dedos quisieron hacer lo mismo. Luego de indefinidos orgasmos se dio vuelta, y allí comencé a hacerle el amor, acariciando sus pechos y tomando con una mano su cuello y besándola. Fue dulce, dulce como los besos que nos dimos por todo nuestro cuerpo.

Acabé en su abdomen, cerca de sus pechos y veía como el río fantasmal descendía entre su ombligo, creando un lago y entre sus caderas. Luego la vi sonreír, ella me gustaba mucho y la besé. La volví abrazar y dormimos juntos, juntos por siempre.

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