Relato Erótico 20

Estrellas Del Norte

Comienzo mi larga aventura desde el sur con mi boca como caminante, hacia dos estrellas guías del norte. Tus pies no son lo más lindos del mundo, dedos amontonados, sin orden y un poco desproporcionados, sin embargo los beso, chupo cada dedo con fervor, con amor. Por ese extenso mapa que diviso besando tus pies subo poco a poco por las llanuras de tus piernas, suaves, blancas, llego a dos pequeñas mesetas que son tus rodillas en la cima de ellas me detengo y obtengo un panorama hermoso de un paisaje sin igual, a lo lejos veo el par de estrellas que quiero atrapar. Continuo este largo camino por tus muslos carnosos y frescos, entre ellos encuentro la América de Andahazi, me detengo la observo, un pequeño rio brota con cada paso, pronto se convierte en mar caribe, me ahoga quiero morir en sus aguas, que sus olas me devoren, busco mis estrellas ausentes, apagadas en el éxtasis de una noche que oscura alborota el mar, busco la orilla del mar y sigo mi camino, dejando atrás ese mar esa América que me intentó devorar y que se encuentra dibujada en cada poro de tu piel. Llego al meridiano de tu cuerpo al punto medio de este mapa, un gran cañón lo señala, un abismo en el que podrías albergar vida, mi vida. Lo salto con enorme destreza y me encamino hacia dos nevados que se enfrentan a mi caminante, dos majestuosas cumbres en las que temo perderme, de nuevo veo las estrellas con luz tenue adormecidas, con dificultoso andar mi caminante escala estos colosos, a cada paso un temblor perturba la calma de lo que parecen ser volcanes dormidos que se erguen a cada paso. En la cima encuentro los dos picos de hielo, duros a punto de estallar y derretirse con la lava, siento perder de nuevo la batalla, me detengo en la cima, desfallezco, en cada paso que doy en los picos busco vida con un recuerdo infantil quizá. Las estrellas se pierden los volcanes despiertan, en intento suicida me lanzo al vacío, no quiero ser ceniza sin ver mis estrellas, recorro un largo camino en el que aparece desde la punta del norte los vestigios de una selva negra con olor a fruta, el follaje es ondulado y tapiza el camino de tu cuello y tus hombros, esos hombros que definen tu desnudez, esos de los que quiero retirar el follaje de la selva del norte, no es mi ruta, con furia y mi boca como machete decido alargar mi camino colonizar la desnudez de tus hombros, como conquistador me declaro dueño y señor de estas tierras vírgenes. Las dos estrellas alumbran, me llaman, bordeo la selva en un camino sin grietas, liso, con una hermosa y fina curva que define tu rostro y me desvía a tu boca, mar rojo colmado de corales blancos y brillantes, entre este coral emerge un alga rosada que me enreda de nuevo en las aguas de tu cuerpo, se apodera del caminante lo succiona, una trampa mortal que lo atrapa por completo, cierro mis ojos desfallezco, me entrego a la muerte, ¡oh¡ parca llévame, contigo quien teme a la muerte, un último soplo de vida me devuelve a mi fin a mi gloria, abro los ojos y ante mi tengo mi premio a la combatividad, mis estrellas brillantes blancas con un centro que me consume hasta el infinito, me miran, las miro el coral me devora, muero y doy vida.

Diego Tovar

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