Relato Erótico 13

EL HOMBRE ASOMBRADO

Era un día lluvioso, tras los cristales del salón se veía a la gente correr con sus paraguas, los coches levantaban olas de agua, junto a las aceras. En casa el silencio amenazaba, las paredes de mi cuarto, me vestí, después de una ducha, me dirigí a la puerta no sin antes coger el paraguas, decidí ir a pasear a pesar de lo desapacible de aquella tarde.

Cogí el coche y me perdí entre la marabunta de coches que aquella hora circulaban por la ciudad, paré en un bar de unos amigos, pero la paz, no duro mucho, a mi alrededor pasó un grupo de mujeres a cual, más arreglada y enjoyadas, el olor a perfume se mezclaba con las risitas nerviosas de las damas, pero una de ellas, me llamó la atención, tendría ¿Cuántos? ¿Unos 50? La vi pasar y clavé los ojos en ella, era elegante, atractiva, un pelo arreglado le caía por los hombros, parecía simpática oiga camarero, ¿dónde van estas mujeres? Señor en aquel salón del fondo, se van a reunir para hacer una reunión de tupper sex, me quede callado pues había oído a los compañeros más jóvenes hablar de estas reuniones, pero realmente no había estado en ninguna, las seguí y desde un lateral de la barra me preparé a ver ¿qué era aquello? Oía y veía cosas que jamás había creído que nadie pudiera usar, y aquella mujer de vez en cuando me miraba divertida de soslayo viendo mi cara de asombro.

Pasado un rato decidí tomar otra cerveza, las risas nerviosas de las mujeres inundaban el local, y fuera ya hacía rato que no llovía, cuando al final aquello acabó aquella mujer hermosa, pasó a mi lado, segura y divertida, se paró en seco a mi lado y me dijo ¿qué le ha gustado? ¿Quiere algo para su esposa? No gracias estoy separado, da igual, hay cosas para ustedes también, no gracias pero si no tiene prisa la invito a tomar algo, la reunión ha sido larga, y he visto que no ha tomado nada. Gracias se lo agradezco, cinco minutos, me apetece una tónica, es lo mejor para la sed

Camarero una tónica y para mí una caña, pero rebájala con limón gracias.

El tiempo pasó y al final aquellos cinco minutos fueron algo más de media hora, pero como ella debía irse le pedí su teléfono móvil, quedando en llamarla al día siguiente. Después de comer hice tiempo hasta la hora de la llamada, las seis y al final me decidí a llamarla, su voz era clara, y tan alegre como la noche anterior, quedamos en vernos unas horas más tarde, era viernes y el tiempo no era aún demasiado desapacible, quedamos en ir a pasear y a cenar a algún sitio tranquilo, sin ruidos ni estridencias, mi coche paró en el lugar dónde iba a recogerla, allí estaba ella, tan bella y radiante con aquella sonrisa entre pícara y honesta, se metió en el coche y tomamos la carretera que circunvalaba la ciudad, salimos de ella por un ramal y el coche tomó rumbo a la sierra, en un pueblecito cerca de la ciudad cenamos sin parar de charlar y reír contándonos anécdotas de tiempos pasados, al terminar ella comentó que la apetecía ir a bailar, con lo cual, volvimos a la ciudad y acabamos en un garito de moda, al entrar, ella sacó del bolso un pequeño artilugio, que resultó ser un mando a distancia, ella me explico que llevaba dos botones que tenía varias velocidades y que me daba permiso para usarlo cuando quisiera. Me dejó descolocado, y nervioso me lo metí en el bolsillo de la chaqueta, no sabía entonces para qué era aquel mando? Me juré no usarlo, pero después de estar tocándolo con los dedos decidí probarlo, pues mí curiosidad era mayor que mí prudencia me lo saque de la chaqueta y vi que era pequeño y, sin más le di a uno de los botones, ella se giró hacia mí, pude ver como aquella bella mujer, se ponía nerviosa, y su respiración se alteraba, decidí entonces pararlo, pero ella atenta a mis dudas, me dijo» es muy agradable», con lo que volví a manipular el otro botón, pude ver sus mejillas encendidas y, sus ojos como fuego clavados en los míos. Se sentó a mi lado cogió su mano y colocó la mía entre sus muslos, pude notar que algo vibraba y me excité, no sabía de dónde salía exactamente aquella vibración, al cabo de un rato de estar en aquel lugar ella me invitó a ir a su casa, al llegar allí me invitó a sentarme en un acogedor salón de cómodos y coquetos sofás, mientras ella ponía unas copas en un antiguo mueble castellano, bien conservado. Brindamos y después ella me dijo dame el mando mira, lo volvió a poner en marcha, pude verla jadear, mientras yo me excitaba al imaginar donde podría llevar el aparato que la ponía en aquella situación, «no te asustes mi vagina está lubricándose, ahora vamos a jugar, los preliminares son esenciales en una relación » me hizo tumbarme sobre el sofá pero antes puso una sábana de plástico para no ,manchar, encendió una vela, bajó el nivel de la luz y de repente sentí sus manos en mi cabeza, sus labios rojos se posaron sobre los míos, un beso, otro más y de repente ella se aparta bruscamente de mí, suena una música sensual y ante mis ojos, atónitos, aquella mujer preciosa comienza a bailar con una cadencia asombrosa, mientras se va quitando ropa y va cayendo a mi alrededor, mi excitación va aumentado y, cuando se iba a quitar la falda, se agacha, coge mis manos y las lleva a sus pechos, sus pezones están en punta, y me acercó a comerlos, despacio, los lamo con la lengua, rodeándolos, mientras ella, me va desabrochando la camisa lentamente, la música suena en el salón, mientras nuestros cuerpos casi desnudos se buscan y se encuentran, al fin cae la falda y descubro que en el interior de sus braguitas se esconde una potente bala que vibra cuando yo activo el mando, me tumba de nuevo boca abajo y noto un líquido tibio caer por mi espalda, huele como a fresas con algo, ella me dice que son fresas con champan, sus manos hábiles se mueven por mi espalda , le siguen sus labios, que me besan desde la nuca hasta el final de la espalda, despacio, muy despacio su lengua experta recorre mi columna vertebral, todo el vello se me eriza, para entonces mi pene ya erecto lucha por buscar su cuerpo, me doy la vuelta y la veo ante mí desnuda, bella , la cojo sus manos y las llevo a mi pene , lo acaricia con dulzura y yo respondo doblando mi cuerpo y buscando su clítoris, la huelo su perfume se me mete en la piel, quiero hacerla mía, ella me coge mi cabeza y suspirando hondo me dice que siga me da un pequeño pintalabios y me dice que se lo pase por el clítoris, mientras la beso, el pintalabios va haciendo su labor, noto su vibración en las manos, en mi cuerpo, la hago una mamada , y cuando parece que va a estallar me dice,» mira este es mi mejor amigo » y se lo introduce en la vagina es un vibrador de color violeta de tacto como silicona, «toma y dirígelo tú» ella mientras se entretiene chupando mi pene como si fuera un caramelo , ¿Te gusta? ¡Uf nena ¡ si, eres estupenda lo estás haciendo muy bien pero para un poco o me correré y quiero penetrarte, me puse en pie, me abrí un preservativo y se lo pasé a ella para que me lo pusiera, ella me miraba divertida mientras me lo colocaba, siempre llevaba varios en mi cartera por si pasaba algo así, pero el que me puso brillaba en la oscuridad, ella muy divertida me dijo que su empresa también los vendia.

La lleve contra la pared y apoyada sobre la pared de espaldas la abrí las piernas suavemente y mi pene entro en su vagina , ella gemía de placer, la cogí por la cintura con mis manos y empecé a moverme adentro afuera , al principio despacio y al final más deprisa, la cogí de los pechos y jugué con sus pezones erectos y firmes, y ella soltó un grito de placer , aquello me excitó aún más, pues mi esposa nunca había gritado de placer, note como llegaba el climax , mi respiración se agitó y noté como todo giraba mi pene se corrió y yo con cuidado saqué el preservativo fui al cuarto de baño y allí en la papelera lo tiré, al volver nos sentamos en el suelo con la espalda apoyada en la pared con las manos juntas, el silencio dejaba solo escuchar nuestras respiraciones, lo habíamos pasado bien y era la hora de despedirnos.

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