Relato Erótico 39

SHUNGA SHUNGA

–  Cuando me llamó mi jefe de la Consejería de Economía y Consumo de la Comunidad de Madrid, no pensé que el encargo de testar el gel me lo fuera a encargar a mí. Aduje mis 60 años,
mis achaques y que me quedaba muy poco para jubilarme, pero no hubo manera. Conseguí de todas maneras que los resultados no se los entregara a la vuelta del fin de semana y me dio un
mes, pues además eran tres tipos diferentes de geles y eso requeriría mayor dedicación y esfuerzo.
Hay que recortar gastos, pero esto me parece un poco exagerado.
Me entregó dinero de la caja B y una tarjeta de una tienda llamada Dolce Love, me aconsejaron bien, pero lo pasé fatal, no sabía dónde mirar y me puse colorado varias veces. Salí con una bolsa grande con tres kits, uno de fresa con champaña, otro de fruta exótica y otro de melón y mango.
En la bolsa de papel llamativo, con un dibujillo engañoso y la gente en el metro me miraba y cuchicheaban, algunos intentaban asomarse al interior para curiosear.
Al salir del metro y encaminarme hacia casa iba pensando cómo abordar a mi parienta e intentar explicarla lo que teníamos que probar. No se lo va a creer y encima me va a llamar guarro.
Según entré, me dirigí a la mesa camilla, vacié la bolsa y me senté en el orejero a la espera, oí un “hola cariño” y yo no dije nada.
Vino desde la cocina, cogió una caja, me miró y se sentó enfrente. Daba vueltas a la caja en el sentido de las agujas del reloj y a la inversa y otra vez y otra.
Se lo conté tres veces y no se lo podía creer. Cuando la dije que me iban a pagar horas extras cambió un poco la expresión pero no mucho.
No la entendí algo que dijo sobre Esperanza pero tampoco pregunté y entonces cogió el calendario de los que pintan con el pie y me dijo que este fin de semana no teníamos a la nietecilla y que el hijo que vive en casa, estudiante de Derecho, iba a esquiar.
Ya teníamos fecha, noté un pálpito y menos mal que tenía puesta la falda de la camilla por encima, pues algo se notaba.
Decidimos hacerlo primero con la caja de melón y mango, el día, el viernes cuando se fuera nuestro hijo y guardamos todo debajo de la cama.
Esa semana se me hizo larga, cuando me cruzaba con mi mujer por el pasillo nos tocábamos y nos reíamos y en el trabajo el jefe me preguntaba todos los días que qué tal, que si ya lo habíamos hecho.
Llegó el día y le llevé un ramo de flores y unos bombones, mi hijo se fue desde el trabajo y nos quedamos solos en la casa, cerramos la puerta y pusimos una silla en el pomo.
Abrimos la caja y dentro había un sobre como con una solución espesa y una especie de sábana impermeable grande de 160 cm x 228 cm que como luego leímos teníamos que colocar encima de la cama.
Pusimos a calentar agua en la olla, pues con el sobre al diluirlo había que hacer cuatro litros de gel con el que luego nos embadurnaríamos y nos echaríamos encima de la sábana.
Mientras mi mujer daba vueltas con la cuchara de madera, yo por detrás me arrimaba y ella hacía como que me huía, pero yo creo que la gustaba.
Cuando la consistencia parecía la adecuada y entre los dos la llevábamos hacia el dormitorio, entonces, tropecé con la alfombra y cayó todo a lo largo del pasillo, nos costó cinco toallas y seis paquetes de papel de cocina absorber todo el gel.
Metidos en harina y con la curiosidad en un punto álgido y no me refiero a lo mío, abrimos la caja de fresa y champaña y con más cuidado hicimos todo el proceso otra vez y lo llevamos al dormitorio.
Pusimos la sábana por encima y nos desnudamos, nos echamos y la sensación era que se nos iban a quedar las letras del ahorramás en el culo pegadas.
Cogí la olla y la volqué sobre los dos, el gel estaba un poco caliente y nos empezamos a restregar y embadurnar con ganas.
La sensación era agradable y entre unas cosas y otras empezamos a animarnos e intentar algunas posturas que teníamos casi olvidadas, con tanto magreo y toqueteo parecíamos estar en un tobogán e íbamos de un borde de la cama al otro, consiguiendo a duras penas mantenernos encima.
Mientras nos agarrábamos para no caernos recordaba lo que ponía el prospecto, experiencia sensual y placentera, completa ingravidez, sin esfuerzo y movimientos deslizantes.
Veía la cara de terror de mi mujer, yo conseguí meter la uña del dedo gordo en la sábana y frené mi caída, pero ella se agarró a donde no debía y me la dobló, pero no logró parar y se empotró con la tele de plasma que cayó con estrépito, su dentadura partida rebotó y fue al orinal.
Mi grito no fue humano y al mirar hacia mi cosita vi como crecía hasta parecer una berenjena, mientras por el roto de la sábana se extendía el gel por toda la habitación y desaparecía por el pasillo.
Mi mujer se subió a la cama, me abrazó y nos echamos a llorar y en ese momento oímos un ruido fuerte de la puerta, pasos apresurados por el pasillo y un “papá, mamá, no hay nieve”.
–          Voy a abrir la puerta, cuando oigo un grito inhumano y un ruido ensordecedor,
consigo meter la llave, empujo, no se abre y golpeo con el hombro, entrando y asustado me dirijo hacia el dormitorio de mis padres.
Me quedo en el quicio, pues he pisado una sustancia gelatinosa y además mis padres están desnudos, ella con boquita de piñón y él con una berenjena entre las piernas, no sé qué decir ni ellos tampoco, que se arropan con un hule que gotea.
Después de una hora, los tres sentados en la mesa camilla y ya más calmados, me cuentan lo sucedido, el encargo del jefe de mi padre de probar los geles eróticos y de testar el funcionamiento. Me dice que en la Comunidad hay recortes y que desde hace un año se reparten el testar los productos entre los funcionarios de carrera.
Yo, que ya estoy en el último año de carrera de Derecho y con ganas de demostrar que no han sido en balde los once años que llevo en la facultad, les digo que dejen todo en mis manos, pues vamos a sacar a la Administración el oro y el moro y con ese dinero me cambio de coche y les invitaré una noche a cenar.
Mi madre me sonríe con la boquita arrugada y a mi padre le agradezco que se tape con la falda esa cosa tan horrorosa, no creo que pueda volver a probar la berenjena, aunque esté rebozada.
En la Universidad me encuentro con un grupo de profesores en el bar alrededor de varias botellas de vino y que me conocen desde hace ya mucho tiempo, que me tienen cariño y les cuento todo.
Alguno se da la vuelta y tose, otros se atragantan pero me escuchan con atención y me dan una dirección donde me pueden ayudar.
Preparo el escrito del recurso contencioso administrativo que debe firmar mi padre y las facturas de la prótesis dental de mi madre, la de la televisión de plasma y la del hospital privado donde han recuperado los cuerpos cavernosos del pene de mi padre.             Creo que lo que le ha sucedido a mis padres toca todas las asignaturas de Derecho, sector público, administrativo económico, derechos humanos y fundamentales, penal económico y de la empresa, total que en los fundamentos de derecho y sin comentar que se le ha quedado torcida, llevo cuarenta dina4 con letra Times New Roman 12.
No me da mucha garantía y rompo todas las hojas, esperaré a terminar la carrera y entonces si todavía no ha prescrito se van a enterar.

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